por valeria lizeth alejandre perez
Cuando era pequeño siempre en la familia se acostumbró comprar el periódico, para informarse de todo lo concerniente al mundo en general. Era clásico que mi progenitor, adquiriese el diario de mayor circulación en la ciudad. Inclusive había ocasiones si la situación así lo permitía, que compraba hasta dos.
A temprana hora nos enterábamos de todo lo acontecido, lo mismo de la gran nota internacional; que el obituario del día. Éramos una familia bien informada. Si alguien mencionaba alguna noticia que se rumoraba en el pueblo, ya nosotros lo sabíamos de primera mano.
Conocíamos aunque fuera de nombre, a los periodistas y escritores de la ciudad. Era lógico que tuviéramos un juicio de cada uno de ellos, desde los mejores, hasta los que caían en faltas de ortografía. También estaban los preferidos y las preferencias eran divididas.
Los medios masivos de comunicación, siempre han sido la fuente a seguir. A las personas les agrada la información, poseerla es prioridad. La misma, logra un cambio en el conocimiento del individuo e impacta en su mentalidad.
Es por hoy que el internet, la televisión, la prensa, aun la radio, son los preferidos de los ciudadanos. Gracias al modernismo y a la tecnología, estamos mayormente informados. Los datos llegan más fácilmente y después de procesarlos, ya se tiene una idea del caso o suceso.
Actualmente ya es difícil de asimilar, tantas referencias o informes de lo que acontece. Además ya no creemos en los que la generan, la duda surge cuando a leguas se ve y se escucha la falsedad del acontecimiento. El modo y la forma de expresarlo a los demás, es simulado. La veracidad es escasa, casi nula.
Las grandes publicaciones acerca de los sucesos ocurridos, vienen cargadas de mentiras y manipuladas astutamente por quien coordina. Ya no llegan al oyente o al lector tal como son, los estados autoritarios y totalitarios lo impiden. La censura y autocensura son las reinas.
Definitivamente, que no podemos creer a los grandes emisores de la información. A pesar de los intentos por provocar credibilidad, se logra lo contrario. Somos incrédulos ante lo que no vemos u oímos. Las personas han levantado la cabeza, se acabaron los tiempos en lo que se aceptaba todo lo que se decía tácitamente; sin protestar.
Esperamos y deseamos que las grandes televisoras y la prensa afamada, hagan honor a su prestigio y dejen de manipular los hechos; que a cada instante se manifiestan. No es justo que nos muestren los acontecimientos bajo una nube de falsedad. La verdad empañada, no ayuda a concebir una idea correcta acerca de los sucesos.
Urgen cambios para que el derecho a la expresión, deje de estar sujeto a la presión de unos cuantos. La nación entera lo demanda, en cada uno de los conciudadanos, se percibe la necesidad de conocer la verdad; de cómo fue. La estela de humo, que lo cubre todo debe de perderse en el horizonte. Ya basta de vivir un estado mal informado, el derecho de saber lo verídico es de todos.
Ojalá que el Todopoderoso, que es la Verdad Suprema nos ayude en nuestro caminar. Para que la luz de la verdad, alumbre nuestro peregrinar. Ya es duro sobrevivir en este entorno desolador, para que todavía vivamos en la fantasía y la imaginación. Dios bendiga y le de sabiduría, a quienes generan la información. Así sea.
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